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No haga nada que no pueda contar

abril 28th, 2019

El autor argumenta en el libro ‘Expuestos’ que ser “auténticos y genuinos” es la mejor estrategia de imagen

La disrupción tecnológica ha dado lugar a multitud de ensayos sobre cómo hay que adaptarse al cambio de paradigma que viene –que en buena parte ya ha llegado– de la mano de los datos, los algoritmos, los robots y la inteligencia artificial. El periodista y empresario de comunicación argentino Sergio Roitberg formula en su primer libro, Expuestos . Las nuevas reglas del mundo transparente, su particular hoja de ruta para enfrentarse a este nuevo contexto de actualización permanente: “Los cambios que trae consigo la tecnología han recategorizado al ser humano: ya no somos targets, meros entes pasivos, sino actores empoderados con acceso a la información y con la posibilidad de distribuirla de forma inmediata y exponencial”, resume.

El principal factor de este “cambio hegemónico” consiste en que “cualquier donnadie” tiene una capacidad enorme de influencia, porque dispone de medios de alcance universal. Potencialmente, cualquier persona con un aparato conectado a internet puede hundir el más poderoso de los imperios empresariales o políticos.

Pero este inmenso poder no es gratis para nadie. El reverso de la moneda es que el uso de estas herramientas tecnológicas implica renunciar a la privacidad: “Estamos todos desnudos ante una gran vidriera transparente: tenemos poder pero al mismo tiempo somos muy vulnerables”, reflexiona Roitberg. Por eso, su principal recomendación a los empresarios, políticos y a cualquier persona que ejerza una posición de liderazgo es ser “auténtico y genuino”. En la era de la hiperconexión, uno tiene que estar dispuesto a contar absolutamente todo lo que hace: “La máxima más importante del mundo actual, que debe regir nuestra vida, es que algo que no se puede contar, no se puede hacer, porque existe la certeza de que nos vamos a meter en problemas”, asegura.

“Estamos desnudos ante una gran vidriera: tenemos poder pero al mismo tiempo somos muy vulnerables”

También cambian los códigos. En la era de las fake news, la credibilidad está en jaque. Cada vez importa menos si algo es verdad o no, porque la percepción es más importante que la realidad. Ser el primero o el más incisivo a la hora de encender el debate en las redes sociales puede ser suficiente para instalar una narrativa en la sociedad. La receta de Sergio Roitberg para enfrentarse a esta nueva realidad tiene cuatro ingredientes principales: “las cuatro fuerzas que moldean las interacciones actuales: velocidad, transparencia, colaboración y conciencia social”, enumera. Según su óptica, ya no sirve comunicarse de forma interesada con la audiencia, los clientes o los ciudadanos, sino que es preciso “conectar” con ellos.

Para articular esta conexión, el autor propone idear un “propósito compartido”, que define como “la intersección entre un interés particular y el interés colectivo”. Lo paradójico es que estas aspiraciones no tienen por qué ser virtuosas para obtener éxito . Basta con que sean genuinas. “Donald Trump ganó las elecciones, a pesar de todas sus limitaciones, porque fue capaz de encontrar un eslogan, ‘Make America Great Again’, que conectó con mucha gente”, opina el comunicador.

Y es que la gran disrupción tecnológica que nos acecha, como todo proceso de cambio, tiene efectos positivos y negativos. No hay más que pensar en las transformaciones que están creando las grandes compañías de la llamada economía colaborativa, como Uber Airbnb. Por un lado, suponen un claro avance para los consumidores; por otro, suponen un evidente perjuicio para las comunidades y para algunos sectores del empleo.

Estas consecuencias perniciosas “forman parte del paquete de la innovación tecnológica”, considera Roitberg. “Hay que aprender a gestionarlo. Mi propuesta es trazar un marco conceptual que sea útil para entender y usar las herramientas que nos proporciona este mundo transparente, porque creo que los beneficios que aportan al desarrollo de la sociedad superan holgadamente los inconvenientes que generan”, concluye.

El casa del tecnólogo, dieta de pantallas

El pasado mes de octubre, The New York Times publicó un artículo que destapaba uno de los secretos mejor guardados de Silicon Valley, la cuna de la revolución tecnológica: buena parte de los gurús que han inundado el mundo de aparatos electrónicos con conexión a internet mantienen las pantallas alejadas de sus hijos. El dato es muy revelador. Algunos de los creadores de las herramientas digitales que invaden los hogares de todo el mundo restringen su uso en su propia casa por temor a la adicción que generan en los menores. Y para ello recurren a métodos radicales, desde niñeras a las que obligan por contrato a vigilar el uso que hacen los niños de los smartphones y las consolas hasta programas escolares que prescinden de cualquier apoyo de la tecnología. La paradoja es un motivo para la reflexión: quienes mejor conocen los peligros de la hiperconectividad crían niños analógicos.

Medio: La Vanguardia